SIMBAD EL MARINO (Cuento)

Juan José Romero M-E.

SIMBAD EL MARINO

(Cuento)

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Aunque heredé una fortuna,
no utilicé mi cabeza,
y sumido en la pobreza
quedé sin hacienda alguna.
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Debí embarcar con premura,
para buscar la riqueza
cometiendo la torpeza
de arriesgar en mi aventura.
-
Tras la lucha despiadada

con una enorme ballena

mi pierna quedó hecha pena,

rota, negra y desgarrada.

-

Navegué por esos mares
que iluminan las estrellas
y llegué a una isla tan bella
que hizo olvidar mis pesares.
-
En una cueva pude entrar,

de diamantes toda llena,

cogiéndolos por docenas

sin ser capaz de frenar.

-
Un ave como una mula,

de alas grandes como velas,

me cogió por la entretela

queriendo saciar su gula.
-

Sin delicadeza alguna,

casi menos que mi suegra,

me lanzó contra una negra

y dura peña montuna.

-
Pude llegar por ventura,

después de mucho penar,

a un barco para trepar

por su escala con soltura.

-
Navegué una singladura
yendo a una isla a parar,
donde me hicieron casar
con la hija del Rey Abdula.
-
Era muy joven y bella,
mas murió con prontitud
y querían que en el ataúd
fuera el marido con ella.
-
Con mucha suerte o fortuna,
sin que el Rey se diera cuenta,
me escapé por una puerta
sin vigilancia ninguna.
-
Tras cruzar una llanura,
conseguí llegar al mar
para de nuevo embarcar
a ésta mi triste figura.
-

Alegre y con gran premura
al fin conseguí arribar
a mi casa a descansar

tras esta vida tan dura.
-
Con diamantes la amargura
mejor se puede llevar
y me niego ya a embarcar
ni correr más aventuras.

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Juan José Romero M-E.